Cuando era pequeña, creía que para elegir Papa, los
Cardenales elegían a uno de ellos, y encendían con las papeletas, un fuego el
cual producía humo y que este, salía por la chimenea del Vaticano.
Y que el hecho de que saliera el humo blanco o negro, no
tenía nada que ver con los Cardenales,
sino que era el mismo Espíritu Santo, el que determinara que fuera negro, si el
elegido no era de su agrado. O que fuera blanco cuando el elegido era de su
agrado.
O sea que creía que era obra del Espíritu Santo el
nombramiento del nuevo Papa.
Mas tarde supe que al quemar las papeletas lo
hacen con pez y eso produce el humo
negro.
Estos días pensaba que a mi me da igual el Cardenal que
salga elegido como nuevo Papa, porque a fin de cuentas la alta Curía hará lo
que le de la gana. Pero repensando, veo, que no es así; que si que me importa.
Que me gustaría un Papa, que no fuera un hombre de despacho,
Que viviera con su pueblo, no en lo alto
del pueblo. Que supiera lo que es estar junto al pobre, en las parroquias. En
el mal llamado tercer y cuarto mundo. Que se deshiciera del Banco Vaticano, ya
que un banco nada tiene que ver con El Evangelio.
Que aboliera tanta parafernalia, tanto gorro alto. Un Papa
que viva con los pies en la tierra, que avance con los tiempos. Que sea algunos
años más joven para poder plantar cara a los Cardenales que quieran implantarle
sus ideas.
Que sea un verdadero profeta y que le cante la caña, a los
mandatarios que están oprimiendo a sus pueblos.
A Díos le pido que los Cardenales se pongan en su mano , que
se dejen iluminar por el Espíritu Santo
y no por las poltronas. Amen
María Ibáñez
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