sábado, 5 de octubre de 2013

Rafael Álvarez El Brujo

Buscando en la web de la diócesis de Málaga unos dibujos para mis niños de catequesis, encontré esta entrevista que le había realizado Beatriz Lafuente a El Brujo. No pude por menos que leerla, ya que admiro a este hombre, por su interpretación en la serie Juncal del año 1989 interpretando a Búfalo el fiel amigo y limpiabotas de Juncal, interpretado por el gran Paco Rabal. y sobre todo lo admiro aun más, porque tuve la ocasión de verlo en  la obra "Arcipreste" sobre los peligros de la lujuria en el Teatro Borrás de Barcelona                       Disfruté mucho. Una interpretación magnífica, él solo llenaba todo el escenario. Me impactó tanto, que me quedé con una palabra,  la cual dirigiéndose al público preguntó: que si había alguien en la sala que supiera su significado, le devolverían el importe de la entrada. Nadie lo supimos, yo al llegar a casa lo primero que hice fue buscar en el Diccionario en el año 2001 no tenía yo ninguna noción de Internet. y allí estaba la palabreja ALMADRAQUE,  Con el tiempo cuando hice este blog aquella palabra seguía en mi mente, y en homenaje a este gran actor, mi blog tiene por título  almadraque.
A continuación os paso la entrevista



  Rafael Álvarez El Brujo: «Creo porque no tengo derecho a no creer»
«Sería como traicionar la confianza de un amigo leal, creo en la divinidad de Jesús» afirma rotundo el actor y dramaturgo Rafael Álvarez, El Brujo (Lucena, Córdoba, 1950) cuando se le ha preguntado por su fe. Rafael Álvarez visita Málaga el próximo miércoles 23 de mayo.

Entre sus últimas obras destacamos “El Evangelio de San Juan” y de sus numerosos premios, la medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, que le entregaron SS.MM. los Reyes de España y la Medalla de Andalucía 2012
 - Se le ilumina la mirada al hablar de Jesús de Nazaret, ¿Por qué?
- Lo más fascinante de la vida de Jesús es el equilibrio, la simetría, la proporcionalidad entre los diferentes rasgos de su personalidad, en el sentido de un maestro independientemente de su naturaleza divina, en la cual yo creo absolutamente.
-¿Qué le hace estar tan seguro de esa naturaleza divina?
- Creo en la naturaleza divina de Jesús porque algo me lo dice. Es más, creo porque no tengo derecho a no creerlo, es como si traicionara la confianza de un amigo leal. No puedo ser escéptico cuando me está dando señales de que es leal. Sin ir muy lejos, en el evangelio de san Juan, por ejemplo, ves a un personaje divino involucrado en las actividades históricas y mundanas. Eso teatralmente es de una potencia tremenda.
- Pero su fe no ha sido siempre tan férrea, ¿Qué le movió a representar un evangelio?
- Yo he tenido un camino de ida y de vuelta en la cuestión religiosa,  el monasterio de Silos ha sido para mí un punto de inflexión en este camino. Dos momentos importantes en mi vida tienen relación con este monasterio. Cuando tenía 33 años, cuatro amigos decidimos ir allí a pasar un fin de semana y disfrutar del silencio. Pero a 40 kilómetros de Silos el coche salió volando, murieron dos de mis amigos, yo salí ileso, aunque despedido a varios metros. Entonces no llegué al monasterio, estuve diez días ingresado en el hospital y cuando pasó el peligro volví a Madrid besando el suelo, ya no me hacía falta leer ningún evangelio para creer. Después de aquello ya no quería volver a Silos, del miedo que había pasado. Pero a los 45 años involucrado en una tormenta de la vida, lloraba y lloraba, ya no sabía que hacer, así que decidí volver a Silos. Cuando llegué no había nadie, los monjes cantaban, así que me senté allí, junto a un cristo negro y recuerdo que las lágrimas fluían a raudales, entonces le entregué mi alma, como si fuera un psicoanalista, para que me ayudara, pensé: él me va a escuchar sin decirme nada y eso es lo que yo necesito. Finalmente cuando se fueron los monjes, terminé gritando: ayúdame, de una manera casi agresiva. A partir de ese momento volví periódicamente.
- Entonces, ¿fue en Silos donde entró en contacto con los evangelios?
- Allí decidí confesarme con el padre Moisés tras 37 años sin hacerlo. La última vez que  me había confesado tenía unos 14 años, después de eso fui hippie, ateo, comunista, desencantado, separado… y volví al redil como la oveja perdida, que cuando ya está muy mal, dice: padre perdóname y dame lo que sea porque ya no puedo conmigo mismo. En esa charla le comenté que no sabía porque había pedido formalmente la confesión, quizás porque creía que estaba desahuciado y esto era lo único que me quedaba. El padre Moisés se rió y me dijo: tienes que hacer algo sobre los evangelios, ve a la fuente original. Por ello me propuse leer los evangelios y fue cuando surgió la idea. En el monasterio de Silos se consideran los padres de este evangelio, y desde entonces hablo cada pocos días con ellos

Beatriz Lafuente   www.diocesismalaga.es