No pude pisar,
aquella hierba que tus pies pisaron,
me apartaron a la fuerza de tu lado.
Cuantas noches en silencio he llorado
recordando el esplendor de aquel verde prado,
que juntos podríamos haber pisado,
Pero, el destino no estaba de nuestro lado;
tu te fuiste a otro país,
yo a mi Barcelona natal.
Durante un año entero
le preguntaba al cartero,
si había carta del extranjero.
El cartero con guasa me contestaba, nada de nada;
era un buen hombre aquel cartero,
sonreía al mundo, aunque le tomaran el pelo.
Pasó un año y le dije al cartero
que ya no esperaba noticias,
que a rey muerto, rey puesto.
Me encuentro de nuevo en aquel prado
ya no siento nostalgia,
correteo arriba y abajo.
Piso con decisión
entierro para siempre,
aquella relación que nunca existió.
María Ibáñez
aquella hierba que tus pies pisaron,
me apartaron a la fuerza de tu lado.
Cuantas noches en silencio he llorado
recordando el esplendor de aquel verde prado,
que juntos podríamos haber pisado,
Pero, el destino no estaba de nuestro lado;
tu te fuiste a otro país,
yo a mi Barcelona natal.
Durante un año entero
le preguntaba al cartero,
si había carta del extranjero.
El cartero con guasa me contestaba, nada de nada;
era un buen hombre aquel cartero,
sonreía al mundo, aunque le tomaran el pelo.
Pasó un año y le dije al cartero
que ya no esperaba noticias,
que a rey muerto, rey puesto.
Me encuentro de nuevo en aquel prado
ya no siento nostalgia,
correteo arriba y abajo.
Piso con decisión
entierro para siempre,
aquella relación que nunca existió.
María Ibáñez
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