Cuando sea una anciana
haré lo que me de la gana,
que nadie me eche de mi casa
que nadie decida por mi.
Hasta que no esté bien muerta
mis libros, mis cosas,
mis recuerdos estén aquí
dejadme vivir en paz.
Abridme todas las puertas
no pongáis trabas a mi libertad,
respetad mis manías
mi locura quizás.
Que yo seré una loca
buena estaré siempre serena,
también tendré mucho cuidado
con la llave del gas butano.
Dejadme contar batalladas
aunque siempre las repita,
no me pongáis mala cara
cuando no me queráis escuchar.
Pero decídmelo con tacto
no herir mi sensibilidad,
que yo seré una anciana buena
con ganas de libertad.
Dajadme llorar
si me pongo a recordar,
pensando en los seres queridos
que dejaron esta vida mortal.
María Ibáñez
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