Vuelvo a rodearte con mis brazos,
con el paso de los años
ya o había olvidado.
A través e mi ventana
entra un rayo de luna,
junto a ella brillan dos luceros.
Vuelvo a recordarte,
eras cómplice de mis secretos,
de mis alegras de mis llantos.
Con fuerza te atraía hacia mi cuerpo
tu sin medir palabra,
te dejabas abrazar.
¡Oh almohada de mis sueños!
cuanto te hecho de menos,
de nuevo vuelves a ser
cómplice de mis secretos.
María Ibáñez
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