Buscando en la web de la diócesis de Málaga unos dibujos para mis niños de catequesis, encontré esta entrevista que le había realizado Beatriz Lafuente a El Brujo. No pude por menos que leerla, ya que admiro a este hombre, por su interpretación en la serie Juncal del año 1989 interpretando a Búfalo el fiel amigo y limpiabotas de Juncal, interpretado por el gran Paco Rabal. y sobre todo lo admiro aun más, porque tuve la ocasión de verlo en la obra "Arcipreste" sobre los peligros de la lujuria en el Teatro Borrás de Barcelona Disfruté mucho. Una interpretación magnífica, él solo llenaba todo el escenario. Me impactó tanto, que me quedé con una palabra, la cual dirigiéndose al público preguntó: que si había alguien en la sala que supiera su significado, le devolverían el importe de la entrada. Nadie lo supimos, yo al llegar a casa lo primero que hice fue buscar en el Diccionario en el año 2001 no tenía yo ninguna noción de Internet. y allí estaba la palabreja ALMADRAQUE, Con el tiempo cuando hice este blog aquella palabra seguía en mi mente, y en homenaje a este gran actor, mi blog tiene por título almadraque.
A continuación os paso la entrevista
«Sería como traicionar la confianza de un amigo leal, creo en la divinidad de Jesús» afirma
rotundo el actor y dramaturgo Rafael Álvarez, El Brujo (Lucena, Córdoba, 1950)
cuando se le ha preguntado por su fe. Rafael Álvarez visita Málaga el próximo
miércoles 23 de mayo.
Entre sus últimas obras destacamos “El Evangelio de San
Juan” y de sus numerosos premios, la medalla de Oro al Mérito en las Bellas
Artes, que le entregaron SS.MM. los Reyes de España y la Medalla de Andalucía
2012
- Se le ilumina
la mirada al hablar de Jesús de Nazaret, ¿Por qué?
- Lo más fascinante de la vida de Jesús es el equilibrio, la
simetría, la proporcionalidad entre los diferentes rasgos de su personalidad,
en el sentido de un maestro independientemente de su naturaleza divina, en la
cual yo creo absolutamente.
-¿Qué le hace estar
tan seguro de esa naturaleza divina?
- Creo en la naturaleza divina de Jesús porque algo me lo
dice. Es más, creo porque no tengo derecho a no creerlo, es como si traicionara
la confianza de un amigo leal. No puedo ser escéptico cuando me está dando
señales de que es leal. Sin ir muy lejos, en el evangelio de san Juan, por
ejemplo, ves a un personaje divino involucrado en las actividades históricas y
mundanas. Eso teatralmente es de una potencia tremenda.
- Pero su fe no ha
sido siempre tan férrea, ¿Qué le movió a representar un evangelio?
- Yo he tenido un camino de ida y de vuelta en la cuestión
religiosa, el monasterio de Silos ha sido para mí un punto de inflexión
en este camino. Dos momentos importantes en mi vida tienen relación con este
monasterio. Cuando tenía 33 años, cuatro amigos decidimos ir allí a pasar un
fin de semana y disfrutar del silencio. Pero a 40 kilómetros de Silos el coche
salió volando, murieron dos de mis amigos, yo salí ileso, aunque despedido a
varios metros. Entonces no llegué al monasterio, estuve diez días ingresado en
el hospital y cuando pasó el peligro volví a Madrid besando el suelo, ya no me
hacía falta leer ningún evangelio para creer. Después de aquello ya no quería
volver a Silos, del miedo que había pasado. Pero a los 45 años involucrado en
una tormenta de la vida, lloraba y lloraba, ya no sabía que hacer, así que
decidí volver a Silos. Cuando llegué no había nadie, los monjes cantaban, así
que me senté allí, junto a un cristo negro y recuerdo que las lágrimas fluían a
raudales, entonces le entregué mi alma, como si fuera un psicoanalista, para
que me ayudara, pensé: él me va a escuchar sin decirme nada y eso es lo que yo
necesito. Finalmente cuando se fueron los monjes, terminé gritando: ayúdame, de
una manera casi agresiva. A partir de ese momento volví periódicamente.
- Entonces, ¿fue en
Silos donde entró en contacto con los evangelios?
- Allí decidí confesarme con el padre Moisés tras 37 años
sin hacerlo. La última vez que me había confesado tenía unos 14 años,
después de eso fui hippie, ateo, comunista, desencantado, separado… y volví al
redil como la oveja perdida, que cuando ya está muy mal, dice: padre perdóname
y dame lo que sea porque ya no puedo conmigo mismo. En esa charla le comenté
que no sabía porque había pedido formalmente la confesión, quizás porque creía
que estaba desahuciado y esto era lo único que me quedaba. El padre Moisés se
rió y me dijo: tienes que hacer algo sobre los evangelios, ve a la fuente
original. Por ello me propuse leer los evangelios y fue cuando surgió la idea.
En el monasterio de Silos se consideran los padres de este evangelio, y desde entonces
hablo cada pocos días con ellos
Beatriz Lafuente
www.diocesismalaga.es
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