No se debe de generalizar
a la hora de criticar, yo odiaba a la policía
y tuvo mi padre que morir,
para dejar de pensar así.
Tubo mi padre un infarto en la calle
avisaron a una ambulancia,
pero pasó por allí la policía
había un corrillo de gente.
Se acercó la policía
a ver que sucedía,
y allí estaba mi padre
sobre la acera fría.
Ellos lo cogieron en volandas
y en la furgoneta lo metieron,
cuando iban a marchar, en un taxi yo llegaba
pues por un vecino había sido avisada.
La sirena no paraba
al hospital ellos avisaban,
y aquellos dos hombre
ya no eran dos policías.
Eran dos hijos, que a su padre atendían,
con que esmero, uno lo intentaba reanimar,
y el otro lo rodeaba con sus brazos
como yo no lo había hecho jamás.
Entonces me di cuenta
que todos los policías no eran iguales,
que podían tener sentimientos
como todos los mortales.
Que dentro de cualquier colectivo
ya sea en la política, la iglesia,
o en el trabajo, hay indeseables,
pero, no todos son iguales.
Hablemos con la personas
seamos tolerantes,
no critiquemos mas
que ya lo hemos hecho bastante.
María Ibáñez
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